En su libro Future Shock, de 1970, el autor describió una serie de estrategias para superar la crisis de adaptación que permanecen vigentes más de 50 años después
En 1970, Alvin Toffler publicó su libro Future Shock, en el cual definió el impacto futuro como una enfermedad social con una crisis de adaptación al mundo cambiante, para lo cual describe una serie de estrategias de supervivencia.
En un artículo publicado por médium.com, James Plunkett expone que en el presente que vivimos, la inteligencia artificial está cambiando todo aproximadamente una vez cada 24 horas, lo que le hace cuestionar cómo las sociedades hacen frente a los rápidos cambios tecnológicos.
“Toffler define el shock futuro como un malestar en el que nos sentimos tan abrumados psicológica y sistémicamente por el cambio que experimentamos una especie de mareo social o náusea colectiva”, indica.
En lugar de adaptarnos al cambio o aprovechar el cambio tecnológico para los fines humanos, perdemos cualquier sentido de control, agrega.
El ritmo, la diversidad y la vitalidad del cambio desencadenan algo parecido a un ataque, y flotamos en los rápidos, con los ojos muy abiertos y paralizados, en una dirección que quizás no nos guste y que ni siquiera entendamos, dice Plunkett.
Los remedios para el mareo colectivo que provoca el cambio
Para esta mareo social o náusea colectiva, Tofller propone remedios a los que llamó estrategias para la supervivencia.
“El primer conjunto de remedios que propone Toffler para futuras conmociones se trata esencialmente de prácticas de gestión. Piensa que debemos cambiar la forma en que dirigimos las organizaciones para que sean más capaces de adaptarse continuamente en entornos complejos y que cambian rápidamente”, explica.
Plunkett destaca que lo que más le llama la atención no es lo lejos que ha llegado la humanidad, sino lo lentos que ha sido para adoptar estas nuevas prácticas, especialmente en las instituciones de gobierno.
“Entonces, el primer paso para lidiar con el impacto futuro es ir mucho más lejos y más profundo en lo que hoy en día tendemos a llamar transformación digital, es decir, adoptar prácticas de gestión contemporáneas/de la era de Internet por defecto”, sostiene.
Una sociedad que piense en el futuro
El material más interesante de Toffler, asegura, surge cuando habla más ampliamente sobre “la muerte de la tecnocracia”.
“Aquí entramos en una crítica más profunda no solo de cómo dirigimos las organizaciones, sino también de cómo gobernamos de una manera que nos hace malos para enfrentar el cambio, especialmente los cambios en sistemas complejos como sociedades y economías”, expone.
Plunkett describe que en el centro de esto está la cuestión de cómo se une la sociedad para pensar en el futuro.
En Future Shock, Toffler está interesado en cómo podemos mejorar para anticipar hacia dónde nos dirigimos como sociedad, y cómo podemos mejorar para mantener vivos futuros alternativos.
“Toffler está pensando en un conjunto de instituciones que nos equiparían para abordar el futuro con más intención. Un sistema de gobierno que nos permitiría anticipar el futuro, lo mejor que podamos, y reflexionar sobre si nos gusta hacia dónde nos dirigimos, y corregir el rumbo si no es así”, indica.
Toffler llama a ir más allá del “pensamiento económico” y recurrir a diversas disciplinas para reflexionar sobre hacia dónde nos dirigimos como sociedad, no solo económicamente, sino también cultural, ambiental y psicológicamente.
Otra estrategia de supervivencia que propone Toffler es una reforma democrática en la que las personas puedan participar para expresar sus ideas sobre cómo debería verse, sentirse o saber el futuro.
El autor ve su “sistema de inteligencia social postecnocrático” como parte de un largo e inacabado proyecto de reforma democrática.
“Entonces, a medida que la IA acelera el ritmo del cambio, sería sorprendente que no necesitáramos nuevas formas de democracia en estos términos, o lo que Toffler llama nuevos sistemas de información”, expresa Plunkett.
Tal vez deberíamos pensar en esto como el desarrollo de formas novedosas de inteligencia humana, manifestadas en instituciones novedosas, que son capaces de igualar el ritmo y la complejidad de la inteligencia artificial, considera.
Plunkett cree que es probable que la IA obligue a la humanidad a desempolvar esas preguntas radicales sobre cómo nos relacionamos con el futuro.
Y tal vez en la crisis climática veamos destellos del tipo de “democracia anticipatoria” que Toffler tenía en mente, agrega.
Al menos, asegura, la humanidad está intentando, aunque de manera imperfecta, anticipar hacia dónde se dirige y cambiar el camino antes de llegar allí.
Fuente: Medium.com